¿Qué es el secuestro de carbono en suelos?
El término secuestro de carbono hace referencia a la inmovilización de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono y metano) a largo plazo, más allá del centenar de años. Hay dos tipos: terrestre, en tallos y raíces de formaciones vegetales y en suelos. Y geológico, en forma de gas atrapado en formaciones profundas y selladas que impidan su vuelta a la atmósfera.
Emular a la naturaleza: una forma inteligente de luchar contra el cambio climático
Escribir sobre Secuestro de Carbono en Suelos se reduce, casi, a explicar el Ciclo del Carbono y, en particular, la parte del ciclo en la que el carbono se encuentra en forma no gaseosa, es decir, en forma anhídrida (CO2) o metánica (CH4), las formas más comunes de gases carbonados en la naturaleza y, en definitiva, responsables del cambio climático.
En la naturaleza existen tres grandes depósitos en forma no gaseosa: por un lado, el conjunto de tejidos vegetales y animales (560 petagramos, 1015 g); por otro, el carbono del suelo, unas tres veces mayor (1.500 Pg); y, por último, el carbono en los océanos, el mayor stock de carbono (38.000 Pg). El paso de átomos de un depósito a otro es lo que se denomina el Ciclo de Carbono.
Generalmente, el carbono no gaseoso, se encuentra formando parte de moléculas más o menos complejas y más o menos estables. La estabilidad se puede relacionar con la facilidad de pasar desde aquí a sus formas extremas de oxidación (CO2) o de reducción (CH4). Así, el carbono de las moléculas de celulosa (90% del stock de carbono en vegetales), es muy poco estable; se suele llamar carbono lábil. Por el contrario, el carbono en moléculas de lignina o carbono recalcitrante es extremadamente estable: hace falta mucha energía para oxidarlo o reducirlo.
Depósitos de carbono en desiertos
Fijémonos por un momento en los diferentes ecosistemas del planeta. De todos ellos, dos terceras partes son desiertos.
Un desierto es un ecosistema en el que apenas hay plantas y animales. Pero, sobre todo, en el que los suelos han perdido su carbono. ¿Desde cuándo? Pues, siguiendo a Yuval N. Harari (2011) podríamos asegurar que desde hace unos 70.000 años, cuando Homo sapiens comienza su revolución agrícola. ¿Es que no existían desiertos antes? Curiosamente, muchos autores sostienen que no. Sí existían sabanas, inmensas praderas en las que las que hierbas y herbívoros, evolucionaron de forma conjunta y armónica y su existencia estaba sincronizada. Pero la concentración y el cercado de herbívoros que trae consigo sapiens altera este equilibrio: los grandes rebaños ya no migran, permanecen siempre en los mismos lugares. Y a esto se une la cultura del fuego; el fuego aleja a predadores y facilita el brote y dominio de algunas especies más resistentes, proporcionando pastos y cosechas fáciles de recoger y con alta concentración de semillas nutritivas.
Recuperando el carbono recalcitrante
Pero ambas prácticas acaban con el carbono recalcitrante del suelo. Y con él, la capacidad de retención de agua y la reserva de otros nutrientes. Por ello, cualquier acción encaminada a aumentar el paso de carbono lábil a recalcitrante en el suelo, como hace la Naturaleza, contribuye a secuestrar carbono. Para Allan Savory, si aprendiéramos a emular a la naturaleza en la gestión agrícola y ganadera, el problema del cambio climático se resolvería en unas pocas décadas. Para BlacktoGreen, en cambio, no es necesario esperar tanto. El empleo masivo de Tecnosoles, formulados con el fin de secuestrar carbono, lo reduciría a tan sólo una década. Los tecnosoles son suelos nuevos elaborados a partir de residuos orgánicos e inorgánicos inertes, procedentes de cualquier actividad. Los tecnosoles se “formulan” para resolver problemas concretos: sellado de escombreras o tepetateras, neutralización de aguas ácidas, esterilización, mejora productiva o secuestro de carbono.
BlacktoGreen trabaja con Edafotec en dar a conocer y difundir el uso de tecnosoles. Si deseas alguna información al respecto, no dudes en contactarnos.