Más allá del informe de evaluación ambiental
Por Robin Ormerod, Managing Director, EnviroSuite
Antes de que se apruebe ningún proyecto a gran escala las autoridades deben solicitar la preparación de un informe de impacto ambiental. No importa si es la construcción de una gran autovía, de un nuevo aeropuerto o de un puerto de mercancías, todas las áreas medioambientales colindantes que podrían verse afectadas deben recibir asesoramiento.
Estos informes del impacto ambiental son documentos complejos que necesitan incorporar datos sobre diferentes aspectos. En primer lugar, las condiciones ambientales que existen antes de que comience el proyecto deben medirse y documentarse detalladamente. Esto puede incluir desde la calidad del agua en ríos y lagos hasta la calidad del suelo, pasando por la calidad del aire y la salud de cualquier ave o animal autóctono.
Una vez que esta fase está completada, deben hacerse estimaciones del impacto que tendrá el proyecto finalizado sobre estos datos iniciales. Deberán realizarse preguntas clave sobre los factores particulares que cambiarán el entorno y qué pasos deben seguirse para mitigar estos cambios. ¿Cómo afectará el incremento del tráfico de la nueva autovía a la vida de las aves? ¿Qué implicará para la contaminación acústica el despegue y aterrizaje de los aviones? ¿Hasta qué punto contaminarán el agua los nuevos movimientos de grandes barcos?
No es un proceso que se pueda “fijar y olvidar”
Desafortunadamente, para muchos proyectos de grandes construcciones, después de que se haya garantizado su aprobación el estudio de impacto ambiental se convierte en un documento poco útil. La compañía accede a adherirse a cualquier condición ambiental que se le imponga para aprobar la construcción, pero después se centra principalmente en la construcción y deja de lado las posibles consecuencias ambientales de las obras. Se presta muy poca atención a valorar si se producen impactos ambientales, incluso si éstos exceden las previsiones iniciales.
Para que esto no ocurra, es importante que las compañías de construcción incorporen la monitorización constante en los diseños de sus proyectos. Durante la fase de construcción, una red de sensores debe desplegarse para recolectar datos de variables clave y reportarlo a una central que archive los análisis. El tipo, número y ubicación de los sensores variará en función de la naturaleza del proyecto de construcción.
Por ejemplo, cuando se construye una autovía, algunos podrían colocarse en los postes de luz para monitorizar la calidad del aire y los niveles de ruido. Otros podrían integrarse en la propia carretera para calcular el volumen de tráfico y los horarios del mismo. En el proyecto del aeropuerto, los sensores podrían ubicarse en los límites de las instalaciones para medir la calidad del aire y los niveles de ruido en el entorno. En el puerto de mercancías, se podrían fijar en las boyas amarradas y detectar cambios en la calidad del aire y los ruidos que podrían afectar a los bancos de peces.
Análisis de datos constante
Los datos provenientes de esta red de sensores pueden combinarse con datos de otras fuentes. Esto podría incluir previsiones meteorológicas, comentarios de comunidades locales e informes de incidentes, así como datos operativos de la propia instalación. Una vez que todos los datos hayan sido recolectados, pueden ponerse en marcha sofisticadas herramientas de análisis para identificar tendencias. Esto puede compararse con el informe original del impacto ambiental para ver exactamente cómo la nueva instalación está afectando al entorno.
Éstas herramientas pueden también asumir escenarios “posibles” para determinar cómo las condiciones externas pueden cambiar el impacto. Por ejemplo, ¿cómo puede afectar la lluvia intensa a la calidad del agua en puertos? ¿En qué medida los fuertes vientos guiarán la polución de los aviones hacia las urbes cercanas?
Dependiendo de las herramientas utilizadas, muchos de los resultados pueden llegar en forma de gráficos o superpuestos sobre los mapas del área. Esto permite al personal ver claramente los efectos que están teniendo las operaciones o cualquier problema puede predecirse antes de ocurrir.
Armados con estas predicciones basadas en datos, los operadores pueden tomar decisiones razonadas sobre sus instalaciones. Combinando los datos de la red de sensores con aquellos creados por la infraestructura de la instalación, se puede crear una imagen clara del impacto que pueden tener en el entorno los cambios en las operaciones.
Las decisiones se pueden tomar en tiempo real en todos los aspectos que se puedan cambiar para mejorar las condiciones ambientales. Por ejemplo, debe decidirse si redirigir el tráfico a una carretera diferente hasta que las condiciones atmosféricas cambien o los niveles de ruido pueden volver a las condiciones de aprobación originales. O quizás las llegadas de los barcos deberán frenarse durante un periodo de tormentas o lluvias más intensas de lo normal.
Mejores resultados para todas las partes implicadas
El acceso a los datos en tiempo real también puede facilitar la respuesta a las quejas de usuarios externos. Los residentes de las urbes cercanas a un aeropuerto, probablemente, denunciarán mayores niveles de ruido, que pueden mapearse rápidamente y así modificar los usos de las pistas para eliminar este problema. Asimismo, las quejas de los pescadores en cuanto a la ausencia de pesca pueden estar vinculadas a un aumento de las llegadas de los barcos.
Estando mejor informados, gracias al acceso a datos en tiempo real desde una gran variedad de fuentes, los operadores pueden ser mucho más proactivos en su gestión. Gracias a ir más allá del informe ambiental de “fijar y olvidar”, los responsables del funcionamiento de los activos en curso pueden confiar en que están acogiéndose a los estándares fijados durante toda su vida operativa. Esto dará como resultado mayores y mejores beneficios para todas las partes.
* Artículo original en inglés: Sustainability Matters